El público los aprueba más que a las campañas publicitarias. Saturados del mensaje publicitario y descreídos de sus contenidos, los públicos evalúan positivamente a la empresa patrocinante que hizo posible un acontecimiento sin ser muy conscientes de ello.
Es una oportunidad para mejorar la imagen pública de la empresa o de promover su posicionamiento mediante la afiliación a un evento apropiado. El impacto positivo que ejerce el acontecimiento o el personaje patrocinado se le confieren a la marca. Ya no es la marca que habla de sí misma, como en la publicidad tradicional, si no que la misma es vista en la mente de los públicos asociada a causas positivas.
A diferencia de la publicidad, la comunicación por el acontecimiento, puede dar acceso directo no sólo a los clientes actuales y potenciales, “cara a cara”,sino a otros actores con los que la empresa necesita comunicarse: distribuidores, accionistas, banqueros; autoridades públicas.
Está en un entorno donde el público se siente a gusto y a la vez que lo contempla , agradece a quien lo ha hecho posible (sin ser muy consciente de ello).
El público pasa de mero espectador a consumidor virtual de los productos del patrocinador , a quien al menos, le va a otorgar su reconocimiento.
Genera simpatía hacia la marca.
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